viernes, 8 de enero de 2010

Paseo nocturno

Son las 3:00 de la madrugada. Me despido de mi hermano y debería ir hacia mi casa pero algo me impulsa a no hacerlo. No quiero volver a casa; conozco lo que es una noche de insomnio, suelen ser un tanto deprimentes. Y esta es una de esas noches.
La tristeza y la esperanza me llevan a recorrer las calles vacías y solitarias de mi pueblo. Todo está casi igual que siempre. Pero esta noche de verano es como un caluroso invierno. Nada me hace pensar que este no es un pueblo fantasma. Puedo imaginar el mundo sin personas, las calles y casas des habitadas. Tal vacío refuerza y complementa el vacío que hay en mi interior. No quiero pensar en nadie y no puedo pensar que alguien piensa en mi, no este día, no a esta hora.
Camino en soledad. El sonido de mis pies en la arenilla. El viento golpea los árboles con calma, los acuna y silban a dúo. Todo es penoso. Mi alma está en pena.
Solo divagué dos cuadras y ya me encuentro en la plaza. Recuerdos de niñez. Los juegos y pinos donde trepaba a la cima del mundo. Me siento en un banco a contemplar la majestuosidad de ese pino que me deja el recuerdo de ver todo desde el cielo. Puedo detenerme en el tiempo, pero solo yo me detengo. La luna sigue su curso hacia el oeste; y no me espera.
Podría quedarme toda la noche aquí, o la eternidad tal vez. Pero nada lo diferencia de estar en otro sitio. Sin pensar camino de nuevo sin rumbo, esto será algo común en mi futuro y creo que no me sienta tan mal. Nada, ni un perro, ni un buho, ni un grillo. ¡Por Dios!, ¡ni un grillo!. Creía que el sonido de los grillos en la noche ilustraban la soledad. Me equivocaba. Nada lo hace mejor que una noche sin ese canto molesto.
Estoy cerca de casa, no creí querer volver, pero mis pies me llevan hacia allí. Camino por una calle ancha, árboles a la derecha y campo a la izquierda. Cruzo la ruta. De pronto una gota cae sobre mi brazo. Avanzo unos metros sin hacer caso y me detengo. Miro al cielo y solo veo estrellas, estrellas, y más estrellas. Era un concierto de luces titilantes al que le faltaba la música. ¿De donde vino esa gota?. No lo comprendo. Estoy parado en medio de la calle, solo pudo haber caído desde el cielo, pero esta completamente estrellado. Un bajo instinto me lleva a lamer mi brazo donde la gota de agua aún se conserva. Es salada cual si fuese una lágrima. ¿Una lágrima?. Una lágrima viajó desde la inmensidad del espacio, desde la eternidad del tiempo y cayó en mi. De golpe siento que la angustia me come por dentro, pero esa angustia no es mía. Siento un dolor ajeno que me ata y absorbe como yo absorbí esa lágrima. Comprendo que alguien lloró por su dolor, y al verme perdido en mi mundo, también lloró por mi. Quisiera abrazar a quien fuese propietario de tal obra. Pero no puedo, y se que el también lo querría.
Pienso en quienes ya no están. Quienes siempre imaginé me miraban desde el cielo y a quienes alguna vez le dedique un logro, una canción o solo una sonrisa.
Ya estoy en casa. El cansancio me hace caer rendido en la cama. Solo quiero dormir, sin soñar. Ya no me siento solo, no este día, no a esta hora.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es muy probable querido amigo de que esa lagrima haya sido propiedad de mis ojos, los cuales lloran por mi dolor y tambien por el tuyo...ese dolor que nadie puede arrancarte y con el que solo vos deberas aprender a convivir...pero dejame decirte algo...no estas solo, nunca lo estuviste, ni lo estaras...NUNCA!!! porque somos nosotros, los que te queremos con todo el corazon, los que pensamos en vos a las 3 a.m de un dia cualquiera!!
TE QUIERO MUCHO TINCHO!!